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viernes, 9 de octubre de 2015

TEMPERATURAS QUE NO BAJAN Y EL INEVITABLE FRENTE TORMENTOSO DE LOS PROFESIONALES EN LA SANIDAD PÚBLICA

Otro nuevo lunes primero de mes y ya el verano queda muy lejos, no tanto por la temperatura climatológica, que desciende progresivamente, sino por la temperatura política. Se sostiene a unos niveles elevadísimos con nubarrones ya cercanos que nos van dejando tormentas intermitentes y muy intensas.

Si nos centramos en el mapa político-sanitario la cosa no pinta mejor. Si bien se percibe cierta “calma chicha” desde que parece que la tendencia es a que las cosas no cambien en esencia. Parece que las grandes reformas para la sostenibilidad del sistema ya no son tan urgentes porque una mejora económica conlleva el aumento de los ingresos públicos y, con ello, algo más de presupuesto para sanidad. Mientras que estamos en estas, un jarro de agua fría en formato informe: la OCDE avisa que el modelo sanitario actual es insostenible.

Desde que empecé en este lío de la sanidad a principios de los años 90, el debate sobre la “insuficiencia financiera” era ya un clásico. Cuestión está que sigo sin entender, pues los recursos siempre escasos (limitados si se prefiere) es, precisamente, la razón de ser de la gestión de cualquier actividad. Salvo que la misma no requiera de dinero, y no se me ocurre ninguna…

Me quiero centrar en uno de los motivos por los que entiendo que el sistema aguanta el tirón: Los profesionales sanitarios. Nuestro sistema funciona bien en lo que atención sanitaria se refiere por muchos motivos, y a la vez es insostenible por otros muchos. Dando la vuelta a la reflexión, el mismo va aguantando el tirón porque, entre otras muchas cuestiones, los profesionales, principal coste del sistema, vienen aceptando menores ingresos a cambio de mayor estabilidad laboral, tal vez una plaza de por vida. Y en ese marco, de mayor o menor satisfacción personal, se aguanta porque lo que se obtiene compensa lo que se da… o lo que se sacrifica. Esta cuestión es fundamental porque las decisiones personales son la base de la economía. Pero cuando lo que se recibe no es lo esperado, es decir, el sacrificio del menor ingreso no compensa porque se esfuma la estabilidad laboral ni existe un marco profesional de desarrollo satisfactorio, la cosa cambia.

En esta reflexión se enmarca algunas cuestione que venimos leyendo este mes: se avanza hacia el Decreto Ley que permite la prescripción de la enfermería y los médicos se enfadan, a su vez estos rompen con el Ministerio porque no cumplen unas legítimas demandas que, de aceptarse, difícilmente se podría sostener el sistema, aluvión de cambio de cargos en hospitales como consecuencia del cambio de Gobiernos Autonómicos, etc.

Entrando un poco más en detalle en el tema de la enfermería, que es una pieza clave para que las cosas funciones en la atención al paciente, el colectivo busca dibujar un papel diferente que se supedite cada vez menos a la labor del médico y tenga su propia identidad. Para lograrlo debe encontrar su modelo, y caminar hacia él, rompiendo paradigmas y mirando hacia el futuro, cuestión esta que difícilmente se realizará en un modelo sanitario que no termina de soltar rémoras del pasado. Porque los mismos profesionales irónicamente luchan porque así sea. Un galimatías de difícil solución (que no imposible) que me disculpen si no lo he reflejado con claridad, pues tampoco yo termino de entenderlo. Es más, cada vez entiendo menos. Encaja aquí otro galimatías, esta vez lingüístico: Creía saber lo que no sabía, hasta que descubres que ni eso”.

Esperemos a que escampe. Mientras tanto recomiendo un buen paraguas, a refugiarse si es posible, y esperar a ver que nos depara este mes. De momento en la Fundación Economía y Salud vamos a debatir este asunto en Alicante durante un par de días este mes. Se me antoja interesante y constructivo. Con seguridad “lo que no se” será un poco menos después.

Antonio Burgueño Jerez