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lunes, 7 de septiembre de 2015

LA APUESTA POR EL HUMANISMO DESDE LOS GOBIERNOS AUTONÓMICOS. MI REFLEXIÓN AL RESPECTO

(Tribuna "El primer lunes..") publicada en Sanifax, 7 de septiembre de 2015)

Recibo hace unas semanas, con un doble sentimiento de alegría y preocupación, la noticia de que los Gobiernos de dos Comunidades Autónomas queridas por mí, Madrid y Castilla la Mancha, han decido darle al Humanismo carácter de Dirección General. Al margen del nombre del cargo en cuestión, han decidido apostar por el humanismo. Sabia decisión, en tanto en cuanto la medicina actual compagina las mayores cotas de eficacia de toda la historia de la humanidad en el tratamiento de las enfermedades y sus consecuencias. Y, sin embargo, se desarrolla en una sociedad en la que la queja mayor es la deshumanización. Extraña paradoja.. o no tanto.

Quien me conoce sabe que soy un humanista convencido, impulsor de proyectos en este marco, formador cuando me dejan, estudioso del tema cuando puedo y escritor sobre el mismo, cuando puedo también. Y saben que lo hago desde hace ya cerca de 20 años.

Mi condición de gestor, como gusta denominarse a quien trabaja en la búsqueda de crear organizaciones sanitarias eficientes y lo más confiables posible para quienes las integran y para quienes reciben sus servicios, me hace tener un acercamiento al humanismo desde la búsqueda del entendimiento de la labor del clínico y de la realidad del paciente. Visión esta humanista que parte del entendimiento del otro. Entiendo que es la única manera para lograr determinar el objetivo de una organización sanitaria y el camino a seguir y, sobre todo, la forma de hacerlo.

Dicho esto no hace falta explicar más porque me alegro de dichas decisiones, pero si he de profundidad en la otra parte de mi reflexión: en el porqué de mi preocupación.
Hay conceptos que de tanto usarse se van vaciando de contenido. Y el humanismo es, sin duda uno de esos casos. Salvo para pequeños grupos de profesionales, cada vez que se habla de este concepto para referirnos del trato al paciente más cercano, basado en la amabilidad (simplificando para no extenderme en demasía). Visión que lo convierte en la guinda del pastel, en un adorno. Y no es que eso no sea importante. Es que es fundamental. Pero eso, en mi opinión, es insuficiente, pues es simplemente educación o respeto a los semejantes.

La Academia de Medicina Francesa tiene una frase muy descriptiva que reproduzco por su interés: “El humanismo no es una virtud que deba aplicarse sobrepuesta a la medicina. Le es consustancial. La medicina debe constituir un modelo de humanismo para nuestros tiempos”.

Ya decía Gregorio Marañón, que el humanismo es una actitud ante la vida. Coincido con él. El humanismo es una forma de entender y guiar nuestro comportamiento, el cual debe reflejarse en todo lo que hacemos: Es lo que denominé en su momento como "humanismo cotidiano", porque hunde sus raíces en los valores humanos, los cuales son la esencia de nuestra forma de pensar y actuar y, por tanto, la clave de toda actuación del ser humano. Son condicionantes personales que, junto a la personalidad, conductas, actitudes y sentimientos y emociones conforman nuestra esencia como personas.

Pero es otro de los grandes exponentes del humanismo en nuestro país, D. Pedro Laín Entralgo quien “pone el dedo en la llaga”. Afirmaba, y en pocas palabras, que el buen médico es aquel que genera confianza en su paciente, y que para lograrlo era imprescindible que compaginara a partes iguales saber técnico y saber humanista. Con permiso de D. Pedro, extiéndase dicha reflexión al conjunto de profesionales que hacen posible la prestación de servicios sanitarios y se podrá hablar entonces de organizaciones humanistas.

No es fácil lograrlo, pero se puede avanzar hacia ello mediante el conocimiento y metodologías propias de la gestión empresarial, que también se aplican con mayor o menor dificultad en organizaciones públicas, evidentemente. Y muy importante, destiérrese el concepto satisfacción para medir el efecto de nuestro trabajo y retómese el concepto confianza. También para medir la realidad y compromiso de los profesionales con sus organizaciones. Entonces estaremos acercándonos a un concepto humanista más enriquecido, y con repercusión en la eficiencia de la sanidad, sin duda. Y digo acercándonos, porqué aún tiene mayor riqueza que lo que se reflexiona en estas líneas.

Esta forma de entender el humanismo está alcanzando mayores cotas de desarrollo fuera de nuestras fronteras que dentro, bajo la premisa de la necesidad de aplicar técnica y humanismo en la labor de atención a las personas, especialmente si están enfermas. Por todo ello, me congratulo cada vez que surge una iniciativa humanista en este país, cuna de grandes humanistas médicos.


Antonio Burgueño Jerez