(Publicado en Sanifax 6 junio 2015)
Otro primer lunes
de mes, y esta vez poco queda de lo mismo, al menos en el ámbito político. Después
de los convulsos resultados de las elecciones municipales y autonómicas este
mes se ha ido aclarando la foto de quien gobierna donde y con quien. Y en
cascada vamos conociendo los nombres de los nuevos responsables autonómicos de
sanidad. Siguiendo ese efecto cascada, ahora estamos pendientes, además de
algunos consejeros, de los nombres que ocuparán cargos en las diferentes Viceconsejerías
y Direcciones Generales.
Hasta ahí
todo muy normal y muy correcto, o incorrecto, según se mire. No entro en ello.
Lo que me preocupa y pongo el acento en ello, es el que se vuelva a cometer el
error de cambios de equipos directivos tan sólo por razones de color político.
Tentación en la que no debe caerse, como bien decía Joaquin Estevez, Presidente
de SEDISA.
Dirigir un centro
sanitario no es cuestión baladí y al margen de presupuestos millonarios que se
manejan, hay algo mucho más delicado que es la salud de los pacientes, o mejor
dicho, el buen curar de los pacientes, o al menos el bien mejorar, si es que el
curar no está en nuestras manos.
Porque la tarea
del profesional clínico está muy condiciona por la organización en la que
desarrolla su trabajo. Una organización que le permita ser eficiente y que le
permita trabajar, entre otras cosas, con la máxima seguridad hacia el paciente.
Cuestión esta imposible sin una implicación de la dirección.
Soy el
primer defensor de la necesidad de ir metiendo sabia nueva en la dirección de
entidades sanitarias, pero no por meras cuestiones políticas, ni de edad, ni de
tiempo en el cargo. Más bien las renovaciones deben serlo por desempeño y valía.
Porque la dirección de los centros sanitarios es una función esencialmente
técnica. Algunos me dirán que siempre que ha habido cambios de color político
se han cambiado los directores de los centros sanitarios, pero sin duda estamos
ante una oportunidad de hacer las cosas bien. Porque si no corremos el riesgo
de pasarnos otros 20 años, al menos, debatiendo sobre la necesaria
despolitización de la gestión sanitaria.
En estos
momentos, en los centros sanitarios de este país hay muy buenos, buenos, malos
y mediocres directivos. “De todo como en botica” y como en todo colectivo que
se precie. Como no he hecho un estudio serio no pongo porcentajes, que cada
cual haga su reflexión. Pero lo que si es cierto es que no existe (como en
tantas cosas) una metodología para la selección de equipos directivos. De
momento no tenemos un perfil competencial, ni un perfil de evolución de una
carrera que garantice que el candidato tiene la experiencia necesaria para la
responsabilidad a asumir.
Estamos estancados
en el debate si un médico debe ser el director o no, si nos sorprendemos porque
la enfermería asuma tareas de dirección o si ponemos a profesionales de la
gestión (Licenciados en Ciencias empresariales y de la dirección) en dicho
cargo. O planteamos colocar en dicho puesto a un ingeniero. Reivindico esta
cuestión por interés propio, pues tal vez mi condición de licenciado en
ciencias empresariales no me permita entender que relación directa tiene la
medicina, y su amplio conocimiento para sanar, con los conocimientos y
habilidades necesarios para dirigir un centro. Una cosa es curar pacientes y
otra cosa es dirigir el centro sanitario. Requiere de habilidades y
conocimientos diferentes. Lo que no quita que individuos puedan tener los
conocimientos y habilidades para desempeñar ambas tareas. Pero eso no puede
derivar en una correspondencia biunívoca.
Creo
compartir este diagnóstico con la gran mayoría de los lectores, pero no voy a
cometer el tradicional error de quedarme ahí. Pues la pregunta del millón es
“cómo”. No soy partidario de afirmaciones conformistas del tipo “ya está todo
inventado”, pero en este caso sí que hay un conocimiento y método que los profesionales
de la selección de directivos aplican (también para la contratación de
directivos en el sector privado). Básicamente es esencial: conocer bien la
organización; definir las funciones y tareas y competencia principales del
puesto; definición del perfil del candidato; establecer una estrategia de
búsqueda; investigación; evaluación y entrevistas, selección de una terna;
selección definitiva y seguimiento inicial. Y cada paso requiere su técnica y
su saber hacer. Total nada. Todo muy lejos del cambio por el color político y las
consecuentes incorporaciones principalmente por el mismo motivo, aunque en
segundo plano también se puedan tener en consideración otros criterios.
Es momento
de cambio, de hacer las cosas diferentes, de hacerlas mejor. No sólo los
gobiernos que han cambiado. Hágase extensivo a todo el ámbito público.
Como miembro
de la junta directiva de NUGESAN dejo aquí el testigo, por si quiere ser
recogido, y para todos aquellos que quieran recogerlo. Cuestionarse como hacer
las cosas para mejorar es el mensaje esencial de NUGESAN (Nueva Gestión
Sanitaria) y su razón de ser.
Antonio Burgueño Jerez
Antonio Burgueño Jerez