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domingo, 26 de agosto de 2012

Reflexiones de Gregorio Marañón sobre “la medicina y nuestro tiempo”, ayer y hoy




En este periodo vacacional y, siguiendo con la búsqueda del porqué hemos llegado hasta la situación que tenemos en la sanidad y, con ello, intentar aportar un granito al debate del futuro de nuestra sanidad, he dedicado un tiempo a la lectura de un magnífico libro de un gran autor: LA MEDICINA Y NUESTRO TIEMPO, de Gregorio Marañón (editorial Espasa Calpe, Colección Austral). Pocos libros dan para tanto.

 
 
Es un libro publicado en 1964, hace ya casi 50 años. Con la lectura del mismo quería acercarme a entender cual eran las circunstancias de la medicina en ese tiempo. Lo sorprendente es que no pocas de las reflexiones que el mismo contiene podían estar escritas hoy mismo. Sorprendente. No mucho teniendo en cuenta que los cambios sociales y, por ende, todo lo que hacen los humanos son lentos y poco percibidos en el corto plazo. Lo realmente sorprendente es que hablemos y lo comentemos como si fuera novedad.

Brevemente, los mensajes para la reflexión que el autor nos aporta son los siguientes:
  •           El autor, aun partiendo de las grandes virtudes de la medicina de su tiempo, y el valor de los grandes avances de la medicina, así como de la necesaria investigación y estudio para su logro, realiza en este libro una crítica de su profesión. Y lo hace en primera persona en tanto en cuanto el es parte de esa realidad médica. Y lo hace partiendo de la reflexión de que “el que habla valientemente de los defectos de su patria es un patriota. Y el que extrema las censuras justas a su profesión, ese el que la sirve con toda plenitud
  •         En esa línea afirma que el médico está a punto de perder su prestigio de experto en la naturaleza del hombre… para pasar a ser un burócrata.
  •        Resume los defectos de su profesión en dos: dogmatismo (cientificismo) y profesionalismo y cientificismo.

Dogmatismo (Cienticifismo)
 
  • Dogmatismo en tanto en cuanto se quiere convertir la profesión médica en una ciencia exacta. Y no hay nada más lejos de ello. Para él todo el saber médico tiene un posible valor provisional que se contrapone con la verdad categórica del dogmatismo. La medicina, sin duda, es ciencia, pero también es arte y oficio.
  •  
  • Llega a la conclusión de que se ha creado un dogmatismo de la técnica muy peligroso para la buena práctica de la medicina, una fe excesiva en todo lo que viene con la etiqueta de la ciencia. Se apoya en Ramón y Cajal para argumentarlo: “La plaga de los adoradores y explotadores de la última novedad ha crecido de forma alarmante”.
  •  Frente a ello, entiende que para el verdadero hombre de ciencia la actualidad, no sólo no es la meta del saber, sino que es mercancía que debe ponerse en rigurosa cuarentena. Nada se echa tanto de menos en España como los buenos teóricos, bien imbuidos de espíritu auténtico de ciencia
  • Para él el saber no sólo es saber, sino saber y dudar y, por tanto, no saberlo todo. Saberlo todo es pedante y negación de la verdadera ciencia. El progreso de la verdad científica se logra de muchas maneras y, entre ellas, oponiendo objeciones a la verdad misma.
  • En palabras de Huxley, apuntadas por Marañón, “experimentar por experimentar amenaza con anular la imaginación del hombre”.
  • El cientificismo conduce, a veces, a pedantería verbal. La pedantería cienticififista también se manifiesta en el afán de informar a los pacientes de los detalles de su enfermedad, moda venida de América. Además del diagnóstico, se anuncian posibles complicaciones, para así el médico cuidar su reputación (dogmatismo médico) ante su posible aparición y  generando en el enfermo una angustia y un riesgo de somatización de la misma.
  • Por tanto, hay que pedir a los médicos y a los no médicos una dosis prudente de escepticismo, de critica a los progresos humanos y fe en la naturaleza.
  • A los contemporáneos de cada progreso científico les es difícil separar lo que es avance real y lo que sólo es tendencia inevitable de la discusión del espíritu humano.
Profesionalismo
  •     Del profesionalismo le preocupa convertir en lucrativa una profesión que, aunque legítimamente remunerada, debe tener un punto de altruismo. Eso, unido a que la profesión, en poco tiempo pasó de ser una profesión humilde a ser una de las más brillantes ocupaciones sociales, conlleva el riesgo de que se ponga por delante el enriquecimiento por la profesión que otros valores. En sus palabras ”esa circunstancia conlleva el riesgo de caer en el pecado de la exageración sin nobleza, falta de generosidad para los demás y de severidad para uno mismo (autoexigencia). El médico nada debe hacer pensando en el dinero que lo que hace pueda valer”.
  •         Marañón se detiene en analizar el problema de la plurifarmacia,. Ya problema hace 50 años. Apunta que fuera de España se observa que se dan más consejos alimentarios y sobre hábitos de vida que aquí. Afirma que “Muchos médicos suponen todavía que el curar a los enfermos es aplastar a cada uno de los síntomas con tormentas de drogas”.
  •         Entiende de que la labor contra los abusos terapéuticos hay que hacerla desde las cátedras. La misma tiene mucho que ver con la prudencia.
  •           El problema de las drogas está más en el enfermo imprudente que en el médico prudente.
  •          Nos recuerda que ya el Padre Feijóo en el Siglo XVIII afirmaba, a ese respecto, que “ menos influyen los médicos que los enfermos, los cuales les están importunando para que receten todos los días  y a casi a todas horas… el error pernicioso es tener por los mejores médicos a aquellos que recetan mucho, frente a los que son parcos en recetar. Con estos falsísimos supuestos, los enfermos buscan al médico más recetador, que es lo mismo que buscar a un homicida costoso”. (Benito Jerónimo Feijóo Montenegro, Apología del Escepticismo Médico).
  •        Una de las plagas de hoy es la muchedumbre de incapaces que dominan las técnicas y adquieren por ello una peligrosa responsabilidad social.
  •          Se estudia sólo para el ejercicio inmediato de la profesión, sin buscar las causas ni ir más allá. Y no se estudia aquello que trata de un modo teórico los problemas generales de alguna parcela del saber, y con ello descubrir sus etapas mentales y técnicas del descubrimiento de la verdad.
  •          Nada tiene más éxito que los recetarios que plantean soluciones a problemas sin plantear su medición.
Sobre el Humanismo y el enfermo   
  •      Para Gregorio Marañón el humanista es aquel que tiene pasión por el saber y concoer, más allá de recopilar información. En ese sentido diferencia entre enciclopedistas y humanistas. Nos aporta además dos referentes a tener en cuenta:
      •          Novoa Santos, el cual diserta sobre el humanismo y sobre su significado en la vida y la obra de los profesionales.
      •         Profesor Letamendi: El médico que sólo sabe de medicina ni medicina sabe siquiera”
  •              La exploración física se abrevia cada vez más por los nuevos métodos de investigación, por datos analíticos, deshumanizados, carentes de la contemplación de la personalidad del enfermo, tan importante como cualquier etiología. En esa línea apunta al diagnóstico etiológico, que considera a la persona y sus circunstancias así como las de su familia.
  •            Considera que, cada vez más, es indisciplinado ante el médico y ante el hecho de enfermar, circunstancia que pronosticaba se acentuará cada vez más en el futuro. Creciente resistencia al sufrir y exige que el milagro de la medicina ocurra en todos los casos. El ritmo de vida es incompatible con las enfermedades que lo irrumpen.
  •           La autoridad personal del médico ha sido atropellada por la prisa en el curarse.
  •         La complicidad de médicos y enfermos da una apariencia de legalidad a lo que está ocurriendo que hace pensar en una insurrección ante esta situación.


Dejo aquí estas interesantísimas reflexiones del Dr. Marañón con el ánimo de que sean útiles para que cada cual realice las suyas…


 Antonio Burgueño Jerez, Patrono de la Fundación Pro Humanismo y Eficiencia en la Sanidad





domingo, 19 de agosto de 2012

HABLANDO DE SANIDAD ¿NOS PREGUNTAMOS ALGUNA VEZ COMO HEMOS LLEGADO HASTA AQUÍ?


El periodo vacacional tiene muchas ventajas, entre otras el mero hecho de cambiar de ubicación nos permite abrir la mente a nuestras reflexiones desde otro punto de vista. Me explicaré.
Como tengo costumbre cuando me encuentro casa de mis abuelos paternos, me levanto a trabajar y me siento en la que fue la consulta de mi abuelo. Todo un privilegio. Aún conservada en lugar, mobiliario y enseres. Es una consulta de médico rural, donde tantos y tantos pacientes fueron atendidos, escuchados, curados o, en peores casos, aliviados de sus dolencias o consolados por las consecuencias inevitables de las mismas.
En este entorno, donde he pasado parte mi infancia y juventud, pero que cada día valoro más, me siento a seguir reflexionando y estudiando (esta obsesión mía por el humanismo me ocupa desde finales del siglo pasado…), tratando de encontrar el hilo conductor en la evolución de la práctica médica en los últimos, tal vez, 70 años. Y de la evolución en su contexto, es decir, su entorno organizativo y social, que para eso es uno un gestor y no un clínico. Múltiples iniciativas que he tenido el honor de impulsar o influir en este campo durante estos años y que, si es de interés, lo escribiremos en este blog… o donde se considere.
Y hablo de evolución porque no me creo que haya saltos en la misma, sino que, como toda actividad humana, evoluciona tan despacio que, como  no nos paremos a analizarlo, buscando dar perspectiva a nuestra reflexión, difícilmente podríamos entenderlo.
Y todo ello realizado desde una hipótesis: la práctica médica resultante de la evolución de la misma en los últimos decenios ha dejado en el camino planteamientos y formas de hacer y trabajar que fueron considerados obsoletos. O simplemente se abandonaron. Su pérdida puede ser una de las causas de la realidad compleja y difícil en la que se encuentra nuestra sanidad.
Cuando se estudia esta evolución es imposible no hablar del humanismo, término que empieza a estar muy desgastado por su uso superfluo y, por ende, malo, pero que nos sigue sirviendo para hablar de la medicina que se vino realizando a lo largo del siglo XX y hasta tal vez, mediados de los 70.
En el humanismo hay figuras relevantes como fueron, y son, y ruego se me disculpen las omisiones, Pedro Laín Entralgo, Gregorio Marañón, Santiago Ramón y Cajal, López  Piñero, Diego Gracia. Todos ellos y otros muchos más, escribieron y trabajaron en aspectos humanísticos del arte de hacer medicina. Y sus reflexiones iban mucho más allá de lo que en muchas ocasiones entendemos. Entre otras cosas, porque el humanismo no es una ciencia, sino una forma de pensar en la persona y sus actos, sus interrelaciones con terceros. Y ese es un campo tan infinito y tan complejo como la propia razón de ser del hombre como persona.
El que escribe, humildemente, tan sólo pretende aprender de todos ellos y  comprender y entender la esencia del trabajo del médico, uniéndolo a la comprensión de la evolución del complejo contexto sanitario y, finalmente, hacer propuestas para contribuir con mi granito al debate del futuro de nuestra sanidad.
Esas propuestas, como no puede ser de otra manera viniendo de un profesional de la gestión y dirección (Dirigir también es una profesión y una ciencia), deben partir de una visión holística de la realidad sanitaria. Sólo así podremos aproximarnos más a la realidad actual e, insisto, con ello a pensar el futuro.
 A veces hay que mirar hacia detrás para poder avanzar hacia adelante. Por mi parte, buscar respuestas a la pregunta de cómo hemos llegado hasta aquí me ha llevado a apasionarme cada día más con lo que hago. Sólo entendiendo el por qué de nuestro presente podemos plantearnos con seriedad el futuro. Toda reflexión que no siga este camino corre el riesgo de ser, simplemente, un “brindis al sol”.


Antonio Burgueño Jerez, Patrono Fundación pro Humanismo y Eficiencia en la Sanidad

domingo, 12 de agosto de 2012

LA GESTIÓN DE LA INCOMUNICACIÓN EN ORGANIZACIONES SANITARIAS; FACTOR GENERADOR DE CONFIANZA.


Desde que era muy pequeño tuve un especial interés en poder conocer, analizar y comprender, los elementos que intervienen en el proceso de comunicación verbal y no verbal entre las personas. Fruto de ese entusiasmo por el conocimiento, con 18 años decidí estudiar la Licenciatura de Publicidad y Relaciones Públicas y unos años más tarde la Licenciatura de Investigación y Técnicas de Mercado. Descubrir las particularidades del ser humano en su dimensión individual y en el contexto social me sigue pareciendo apasionante. Somos seres sociales llenos de elementos que nos definen como seres únicos.

Evidentemente, dentro de esta dicotomía había un aspecto del que hablábamos poco y sin duda era tremendamente interesante. Si estudiamos la comunicación entre personas, organizaciones, colectivos, por qué no analizamos el proceso de incomunicación que en muchas ocasiones aparece en dicho proceso. Pues eso hice.

Podemos focalizar nuestro análisis en cualquier sector empresarial. Yo he preferido centrarme en el sector sanitario, donde trabajo actualmente. Voy a desarrollarlo brevemente con algunos ejemplos cotidianos.

Éstos son los 5 casos de incomunicación más habituales en una organización sanitaria:

*      Cuando acuden a nuestro centro pacientes que desconocen nuestro idioma, y por lo tanto, no podemos comprender al 100% la complejidad de sus necesidades, sus emociones, prejuicios y experiencias anteriores. Muchas compañías apuestan por la figura de intérpretes que faciliten la comunicación entre el profesional y el paciente, o el teléfono de información de idiomas que facilitan algunas administraciones en España. Si el intérprete es del país de origen del paciente, mucho mejor. Elemento clave de confianza cuando hablan el mismo dialecto.
*      Pacientes que tienen una discapacidad física que les limita en su diálogo o en la interactividad con el personal sanitario. Situaciones donde el paciente tiene sordera, ceguera o en la que alguno de estos sentidos se encuentra muy limitado. Muchos centros sanitarios han resuelto esta carencia del paciente, contratando personal de apoyo que acompaña al paciente durante su estancia en el centro, o incluso personas que conocen el lenguaje de signos, en profundidad. Es necesario reflejar que muchos de estos pacientes que acuden a nosotros, no tenían esta discapacidad cuando nacieron, por tanto, debemos realizar un mayor esfuerzo con ellos. Son personas enormemente sensibles.
*      Cuando la señalización de ubicación de consultas externas, zonas de pruebas, etc, no ayuda al paciente a moverse con facilidad por nuestras instalaciones. Puede deberse a una mala planificación por parte de la compañía, que debe ser resuelta con celeridad. Puede dañar la imagen de la institución. Los hospitales de nueva creación han resuelto bastante bien este punto.
*      Factor cultural y religioso. Cada vez, recibimos más pacientes extranjeros y ello conlleva muchas veces que sean personas de diversas creencias religiosas. Cada religión con su particularidad. En este punto, la figura del Trabajador Social es un elemento integrador clave entre el paciente y los servicios del centro sanitario, ya que será conocedor de la historia de vida y necesidades de la persona.
*      El quinto punto es especialmente importante. Aquí somos responsables los profesionales sanitarios que debemos adaptar nuestro mensaje al usuario de la sanidad que tenemos a nuestro lado, buscar esa cercanía, esa comprensión que nos facilite poder empatizar, huyendo en ocasiones de complejos tecnicismos que puedan poner nervioso al paciente, incluso provocándole desconfianza. Una mala gestión en este punto puede provocar que el paciente busque soluciones en profesionales de otros centros sanitarios.

Todos hemos vivido situaciones así en nuestra vida.

 
Adecuar nuestro lenguaje, nuestros mensajes, y todos los elementos que participan en la comunicación con los pacientes, es una necesidad y una obligación que tenemos los profesionales. La Dirección de cualquier compañía debe planificar de forma activa este punto y facilitar una excelente formación de sus profesionales en estos aspectos. Lo conseguiremos si nuestro punto de partida es la escucha activa preguntando el cómo y qué necesita ese ciudadano que acude a nosotros.

Trabajar en equipo entendiendo la comunicación y la incomunicación que aparece en nuestro día a día, es el factor decisivo para la gestión de la confianza con los pacientes.

Somos personas que trabajamos para personas.

Vicente Cervera de Rosa
Técnico de Comunicación y Marketing del Hospital de Torrejón.

domingo, 5 de agosto de 2012

NO NOS CONFUNDAMOS: LA UNIVERSALIDAD NO ES “BARRA LIBRE”



Querido amigo Pedro
Has abierto con tu REFLEXIÓN un debate en el blog que está muy de actualidad dada la situación económica actual y las decisiones políticas que se vienen tomando.
La protección social en España es una conquista social de hace muchos años. No creo que nadie discuta ni se quiera plantear hoy en día que esto es un valor de nuestra nación que hay que defender. Y viene desde el franquismo, pues es en ese periodo de nuestra historia donde se crea la protección sanitaria a los trabajadores, y con ello las grandes ciudades sanitarias, y se funcionariza a los profesionales, entre otras cosas.
Pero la protección social tiene muchas vertientes que van desde la cobertura en caso de desempleo, jubilación, asistencia sanitaria en caso de necesidad, atención a los mayores, dependencia, etc.
El problema no es de filosofía o creencias, como a veces se quiere hacer pensar. El problema es una cuestión financiera de mantenimiento de un sistema sanitario que difícilmente se sostenía hace ya más de 30 años. Cabe recordar aquí el informe Abril, que ya quería plantear soluciones a esta agonía.
Pero ese era un problema que nadie quería sacar a luz pública pero que en privado todos los políticos y profesionales sabían que estaba ahí. Pero como todos tenían responsabilidad sobre el mismo en uno u otro sitio de nuestra geografía, y como la economía permitía taparlo, íbamos tirando.
El problema es que ahora no se puede tapar y que las decisiones de eficiencia deben tomarse, pero que hay que hacer cirugía porque si no el enfermo se muere. Por otra parte, dada la cultura de nuestro país, estoy llegando a pensar que tal vez la presión económica sea el gran motivante para trabajar en eficiencia. Vamos, “que nos pongamos las pilas”, como se dice vulgarmente.
Durante más de diez años he sido consultor sanitario. Creeme Pedro, la idea general era no tocar nada pues funciona, y no se asumían riesgos para la mejora de la eficiencia. Casos excepcionales los hay, claro. Gracias a los cuales hoy estamos un poco mejor.
Y dirás que donde está la Universalidad en mi reflexión. En todo ello. La universalidad no debió ser nunca interpretada como “de todo para todos”. Porque eso no es socialmente justo. El derecho a la asistencia sanitaria es un derecho fundamental para los españoles. Insisto, para los españoles, no para todo el universo. Esto es importante, pues al margen del factor humano y la ética profesional, la realidad es que un sistema sanitario que trabaje desde el rigor, debe dejar claro quiénes son sus beneficiarios y descartar a los que  no lo sean, por justicia social. Y para atender a aquellos que no entran dentro de ese universo de españoles y, si hay un problema humanitario, deben instrumentarse otras vías de atención o de financiación de esa actividad (asociaciones, fundaciones, ONG´S…). “No mezclando las churras con las merinas”
Llevo muchos oyendo lo mismo. La salud no es un negocio (eslogan muy bien pensado para los intereses que pretende,  por cierto).  Y estoy completamente de acuerdo. Otra cosa es la sanidad. Sin dinero no hay sanidad. Nos pongamos como nos pongamos. Y los recursos son siempre escasos, y deben ser bien utilizados, con crisis o sin ellas. Y partir de una universalidad eficiente es fundamental.
Hablas de la dependencia. Durante unos años he trabajado la asistencia social, poniendo en marcha servicios y residencias para la tercera edad allí donde más falta hace: en los pueblos. He visto mucho fraude Pedro. Y muchas “burradas”. He peleado personalmente porque algunas personas que si necesitaban protección la tuvieran. El sistema de protección social está muy lejos de ser justo, y mucho menos eficiente. Este es un largo debate que si te interesa lo pondremos encima de la mesa.
La ley de dependencia fue un fraude social, una estafa, pues nos vendieron algo muy bonito pero que no estaba respaldado por presupuestos, por dinero. Y sin dinero no hay nada que hacer. Salvo que encuentres  gente que quiera trabajar gratis y proveedores de materiales, equipos, etc que no quieran cobrar.
El gran avance de aquella ley, como tu apuntabas, era que se pagaba dinero a los cuidadores de los dependientes. No lo entiendo y eso no puede funcionar. No hay ser humano que aguante 24 horas  al día, 7 días a la semana y 365 días atendiendo a un dependiente. Entraríamos en la necesidad de cuidar al cuidador. Y tampoco creo que sea la mejor atención que se les pueda dar a nuestros dependientes.
Pero ese es otro debate, pero mi reflexión en este aspecto está basado por pelear soluciones a casos reales que venían a buscar mi ayuda y apoyo. Algo que me llenaba de orgullo y satisfacción interior, por cierto.
Un abrazo amigo

Antonio Burgueño Jerez, Jefe de Desarrollo y calidad de Ribera Salud. Patrono Fundación Humanismo y Eficiencia